lunes, 14 de septiembre de 2009

¡Lluvia!

¡Por fin vuelve a llover!




Aire húmedo y frío, del sur. Tarde nublada, con destellos blancos a lo lejos pero que no llegan a escucharse... Las ramas del pino del vecino se retorcían de puro placer al imaginarse lo que venía. Las hormigas llevaban varios días nerviosa. Algo se acercaba.

Y por fin, a las cuatro y diez minutos de la mañana, me despierto. Huele a humedad, se escucha algo... ¡llueve!

Me levanto de un salto, ¡por fin!. Había dejado mi ventana abierta (so riesgo de empapar apuntes) para escucharla. Lluvia. Por fin llueve. Me acerqué en camisón, estiré el brazo entre los barrotes para acariciarla. Por fin llueve.

Me faltó poco para salir a la calle a empaparme, lo echaba tanto de menos... El frío, la lluvia, el agua, las nubes, el maldito sol que nos lleva castigando desde marzo se ha ido a tomar por saco y ha dejado que reine la luz difuminada, el cielo gris, los colores filtrados por el agua que hacen que parezca una fotografía retocada. Hasta mi pelo se riza más, se ve más naranja. Esta mañana, charcos en las aceras y paraguas en las manos del metro. Una excusa para llevar algo más que una camiseta sobre los hombros, para arrebujarse en las sábanas, un recordatorio de que el frío existe y no es un mito del norte de Europa.

Por fin llueve. Me ha puesto de muy buen humor. El invierno se acerca. Será breve, tendré que saborearlo al máximo, como siempre. Las primeras gotas de la temporada llegan para darle a todo esto un clima de calidez hogareña. Hasta ayuda a serenarme.

Prometo que en cuanto pueda me meteré debajo hasta acabar chorreando. O dejaré la ventana abierta para dormir escuchando y oliendo la lluvia. Siempre que no me pille mi madre, claro.


1 comentario:

  1. Avisame pequeña, yo iré contigo a dar vueltas bajo la lluvia. Que pena que la gente se esconda de ella bajo un simple paragüas... no saben lo que se pierden.
    Te quiero.

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