domingo, 22 de noviembre de 2009

Y la música se hizo carne


Y apareció él. La vida que me gustaría tener, y no podré. Aspecto bohemio, expresión soñadora, guitarra, armónica, un sombrero y cincuenta euros en el bolsillo fué lo que se llevó al salir de su casa. Desde Ámsterdam hasta Sevilla, abusando del pobre Dylan para pagar su próxima noche en el hostal, su próximo billete de autobús, cuerdas nuevas. Y ahí estaba, en la Alameda, con una sonrisa tierna y ni un pelo en la barba, deleitándonos a Lulita y a mí con un Mr. Tambourine (versión completa) que me obligó a querer conocerle algo mejor.



Una cerveza refrescó mi arrinconado inglés en pos de mi curiosidad, y mi pobre cerebro hacía chirivitas entre pensar en español, francés, desenterrar inglés y la certeza de que estaba ante un proyecto de bluesman. Canta muy bien, toca armónica, piano y guitarra, ama a Bob Dylan, escucha jazz, blues, Edith Piaf, Brel... quería probarse a sí mismo en la vida de vagabundo. Germen del blues en un holandés, música al caminar.

Se marchó, tenía que irse a buscar otro puñado de monedas para poder dormir bajo techo. Quiso probarse a sí mismo, averiguar cómo era la vida de un trotamundos. Y se fué, pero no trotando, sino a pasos amplios, lentos, como acordes de una canción que tuviera en la cabeza. Me dejó tarareando el Times They're a'Changin, sonriendo, y él se alejaba:

martes, 10 de noviembre de 2009

Positively 4th Street


No sé si es que el optimismo trae mi felicidad, o esta extraña racha pletórica me ha vuelto a poner en la cima del "don't worry". El sol es menos cálido, hace frío, sopla el viento, las mejillas se me enrojecen por las mañanas. Pienso en pasar toda la tarde metida en tu cama, tapada hasta las cejas y riéndome contigo. Tras dormir una pequeña siesta después de acabar agotados de sexo, claro. Empiezan a sedimentar conocimientos nuevos en mi cabeza. Veo mi goma caer con su triedro intrínseco, la posibilidad de calcular el volumen de mi lápiz con una sencilla integral. Los gorriones se hinchan cuando les da el viento. Hace poco tiré lo que quedaba de recuerdos de mi infancia y parte de la adolescencia. Todo está mucho más fresco, más vivo.

El frío tensiona mis músculos, exhalo vaho al respirar. Vi a parte de mis niñas hace poco, próximamente se acerca un encuentro deseado. Se acerca un aniversario, el frío, la lluvia, las caras mojadas y los mitones. Puede que hasta estrene tu chupa ^^

Me paso los días estudiando, y contigo no me doy ni cuenta.




Y ahora, la música, que no me puede faltar ^^


jueves, 5 de noviembre de 2009

Red Dreaming



Soñando contigo... sólo contigo...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Pata de palo




Otra manera de verlo

domingo, 1 de noviembre de 2009

La soledad Sonora

Sí, es un libro de Juan Ramón Jiménez, pero también un estado de ánimo. Hay algo en este día, 31 de octubre, Halloween para los fiesteros, que me trae y atrae. Alcohol en mis venas, algún recuerdo, relajación, connotaciones eróticas en cada uno de mis gestos que tú, cielo, sabes interpretar como buen origen de ellas que eres. Además, llega uno y va y me pregunta por Él, pobre ingenuo. Al parecer está cerca. Es probable que me cruce con Él por la calle, y que haga como si no me conociera. No parecía lo mismo cuando gemía bajo su peso. ¡Oh! sigo sin acordarme de su cara.

Prácticamente desnuda en mi cama, la madrugada en punto es una hora magnífica para escribir. Tenía razón. Si no fuera porque la carrera me quita tiempo hasta para disfrutar de tí, cielo, escribiría cada noche. Todas las noches tengo algo que contar, una idea que depurar, ganas de leerme el diccionario para buscar una palabra que exprese exactamente lo que quiero decir, aunque sea fea, aunque se clasifique como 'en desuso', aunque sólo sea para confirmar que ese término no existe y debo inventarlo.

Acabo de ver un perfil de red social de Lina. Era feliz, sonreía, accedía a salir en fotos, estaba francamente preciosa. Él, además, lo opinaba en sus fotografías. Ahora me ha apetecido abrazarla, sonreír con ella, decirle que de verdad me alegra que sea feliz, que me encanta que haya encontrado lo que necesitaba, decirle que le echo de menos, que sigo esperando una maldita respuesta a ese intento de no perderla... A tí, Lina, no quiero perderte. Él me da igual, puedo hacer como si no le conociera, puedo hasta no volver a mirarle. Pero a tí te echo de menos, de verdad, en serio, profundamente. Me acuerdo más de tí que de Él. Quiero que vuelvas a mi vida, quiero volver a hablar contigo, quiero...



¿A qué precio voy a tener que pagarle?



A pesar de todo, creo que, otra vez, hay que elegir. Esta vez te toca a tí, y ya has elegido. Ahora me toca llorar por tí, Lina.