jueves, 25 de junio de 2009

De esas que te llegan a la patata

En este caso, una persona. Una personita (porque a estas edades no llegamos a más) que he descubierto este año, y que creo que me ha descubierto a mí. Es curioso lo que pueden lograr dos horas a la semana más de 'petit comité'.

Conoce mejor que yo a Cortázar. Yo soy una cobarde, pero ella sí ha leído Rayuela. Y seguro que le duele tanto como a mí.

Pero creo que esto es lo más común que puede tener, porque ¿cuánta gente ha leído Rayuela? pero ¿a cuánta gente le queda realmente bien el amarillo? ¿cuánta gente puede abusar de él y seguir siendo elegante? Hasta su coche es amarillo, por parecerse. Amarillo, pequeño, redondito y alegre. Esto también es difícil de encontrar actualmente: una persona que, por naturaleza, sea alegre, ¿verdad? Como todos (porque es especial, no extraterrestre) tiene sus días malos, pero hasta en esos es adorable. Además, no hay agobio que resista un buen chupito (o dos, o tres) de anís, aunque sea producido por la inminencia de un examen de Antonio Vicente.

Ríe, y cierra los ojillos para concentrarse en su risa. Enseña todos los dientes que puede, y se le levantan y encienden las mejillas, aplaudiendo el tópico de las manzanas reinetas. Así es imposible no hacerle coro.

Oficialmente, ministra de Cultura. Puede que guía del Louvre en potencia, restauradora, y asesina frustrada de Duchamp. Y amiga de todas las causas perdidas.

Me cuida mucho. Y además creo que no se ha olvidado de sí misma a la hora de cuidar. Quizás debería agradecérselo mejor que escribiendo otra de mis chorradas (culpa de las musas, que apedrean la ventana a rabiar), pero para eso tendría que tenerla más cerca ahora mismo. Parece mentira que sea gratuito conocer gente asi; ¡hasta me pregunta por mis problemas! ¡ y me da ánimos aunque no los necesite! Me parece que me entiende incluso mejor de lo que creo.

De esas que acaban viviendo por amor al arte: se aman personas, países. Ella ama el arte. Y París, por supuesto.

Sí, ya se ve que es mujer. Es que encontrar francófilos varones en este paraje de machos ibéricos es complicadillo. Algo más a añadir a la lista de características especiales. París es una cuidad digna de amar, para el que no lo sepa.

Y encima de todo, elegante como lo que es, una ministra. Pese a la risa desenfrenada, a esos rizos cortos perfectamente desordenados y a no medir el metro setenta que parece de rigor, anda sobre tacones de aguja con elegancia gabacha, incluyendo el amarillo y unas ray-ban clásicas.

Una artista. De la risa, de la vida. Bueno, aprendiz de artista, como todos. Avec 1000 coeurs debout, a la que siempre le quedará París, y que sigue buscando a la Maga.


1 comentario:

  1. Esto no se hace... ¡Qué me Jarto de llorar!
    Muchísimas gracias por todas tus palabras aunque posiblemente no merezca muchas de ella.
    Sabes que te quiero. Y más de lo que te imaginas. Eres una persona a la que aprecio y admiro, que jamás olvidaré y con la que espero estar el resto de mi vida. Nunca, nunca, nunca cambies porque eres maravillosa y ÚNICA. No lo olvides
    Te quiero mon amour!

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