lunes, 31 de agosto de 2009

Felicidades, Lulita.

Has sobrevivido.

Te has enfrentado al gavilán y has escapado. Las heridas han cicatrizado, después de tanto lamerlas. Tienes durezas en los pies, de caminar, y en las manos, de escalar. Probablemente estas nunca desaparezcan. Tienes marcas de cortes en las piernas. Tienes nuevas arrugas, nuevas canas. Tu sonrisa es algo más torcida y tu mirada algo más turbia. Nunca volverás a ser tan inocente. La tormenta no pudo tumbarte.

Te has plantado ante Milord y lo has tratado como se merece: con respeto. Y nada más. Aprecio. Pero nada más. Como a una persona más a la que conoces, estimas. Ya no te quitará el apetito (aunque creo que eso nadie lo hace), no te desvelará, no te arrancará lágrimas ante una canción demasiado souvenir, ni te inspirará poemas desgarrados y enhebrados con tabaco y alcohol. Ya no más, ya nunca más.

Este logro ha sido enteramente tuyo. Felicidades, Lulita. Has sobrevivido a un golpe más. Nada puede pararte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario