miércoles, 26 de agosto de 2009

Trainspotting

"Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige buena salud, colesterol bajo y seguro dental. Elige hipoteca a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que emboban la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida…

¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?"

Para Srta. Zasulich


Pero el amor también es una droga dura. Los efectos son inmediatos y consisten en una elevación de la autoestima y la confianza en uno mismo, acompañado de una gran locuacidad, excitación, apertura afectiva, comunicación desinhibida, empatía, gran energía física, con aumento de la actividad motora (hiperactividad), bienestar general y euforia. Oleadas con sensaciones de euforia, alegría, felicidad, empatía in crescendo y de una sensación de ligereza mental y física. Hace que se sobrevaloren las propias capacidades y se acepte mayor nivel de riesgo. Se pierde sensibilidad de la propia condición física, por lo que se pueden pasar muchas horas sin sentir hambre, sed o sueño hasta el agotamiento. La tolerancia es normalmente total (salvo raros casos que necesita ser progresiva) y el riesgo de sobredosis sólo conlleva la posibilidad de aborrecer la droga en cuestión.

La administración es muy variada: vía oral, nasal, intravenosa, vaginal, rectal, visual, táctil, auditiva o hasta cibernética. Esto facilita su distribución pero no ha aumentado su consumo, ya que la dificultad que encuentra el adcito es hallar un camello dispuesto a venderle su droga, y viceversa. Lo normal es que la administración sea recíproca: el camello hace las veces de adicto, ya que es una dependencia mutua.





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