miércoles, 1 de julio de 2009

Rojo sangre o rojo vino



Ponme vino en los labios.
Ya no tengo otro afán que el olvido
y la dicha de los líquenes blancos.
El sereno silencio me ha marcado en estigma
con letargo de dioses y crisálidas negras.


Ponme vino en los labios con los tuyos.
(La copa no me importa que sea del color
de tu carneni del tibio cristal de tus muslos desnudos).
Dame vino en la llave poderosa que abra
las entradas al mar del constante abandono.


Ponme vino despacio a la orilla del sueño
de tal forma que olvide tantos trenes perdidos.

Juan José Vélez Otero

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